Algo especial tienen las 24 Horas de Le Mans cuando diferentes personajes ajenos a la competición han sentido el deseo de competir en ellas. La madre de todas las carreras es una prueba que desde el principio ha atraído la atención de profesionales de otras áreas. Ámbitos tan alejados del automovilismo como el arte y la cultura. En estos términos nos encontramos con gente curiosa, gente cuya pasión siempre fueron los coches y las carreras. Gente como Nick Mason, el batería de Pink Floyd.
Nicholas Berkeley Mason es conocido por llevar el ritmo en la banda británica de rock sinfónico y psicodélico. Junto a Pink Floyd, sacó a la luz auténticas obras de arte musical como The Dark Side of The Moon, Wish You Were Here, Animals o The Wall, además de un sinfín de canciones que componen el extenso repertorio de uno de los grupos más famosos del mundo. Pero, además de la música, Mason ha tenido desde muy joven otra gran pasión. El automovilismo le llegó a los más profundo a través de su padre, un apasionado documentalista que en su momento grabó algunas piezas de enorme riqueza histórica.
Bill Mason se dedicó, como parte fundamental de su carrera cultura, a producir reportajes videográficos acerca de las carreras de coches. Especialmente, sobre la historia del automovilismo deportivo, punto en el que sacó a la luz un documental sobre las 24 Horas de Le Mans. Fue quizás por ello por lo que el joven Nick comenzó a tener una perspectiva más que interesante sobre la competición y las gestas que han escrito con letras de oro su historia.
Aunque la música y la batería ha sido siempre esa gran pasión a la que ha volcado todas sus energías, triunfando en el panorama junto a Pink Floyd y también como miembro de otras bandas de menor solera; es el automovilismo la que tomó las riendas en su día. Para Nick Mason, las carreras se convirtieron en algo sustancial de su ser y las 24 Horas de Le Mans en algo más que un reto, una carrera en la que tenía que competir y hacerlo bien. Trabajó muy duro y finalmente lo consiguió en 1979.
Al volante de un chasis Lola T297 equipado con un motor Cosworth, Nick Mason debutó en las 24 Horas de Le Mans, compartiendo el volante con Brian Joscelyne, Richard Jenvey y Tony Birchenhough dentro de la estructura Dorset Racing Associates. De esta manera, formaron un equipo enteramente británico que logró completar 260 vueltas al trazado de La Sarthe para alcanzar la décimo octava posición final. A su vez, consiguieron la segunda plaza dentro de la categoría S2.0, lo que dio alas al componente de Pink Floyd para continuar rodando en Le Mans a ritmo de rock sinfónico, a pesar de las complicadas condiciones de lluvia que tuvieron que afrontar.
Repitió aventura y equipo al año siguiente, subiéndose al Lola T297 junto al también británico Peter Clarke y al irlandés Martin Birrane. En esta ocasión, aunque consiguieron sumar tres vueltas más, terminaron en vigésimo segunda posición, terceros en la clase S2.0, lo cual volvía a considerarse un éxito, teniendo en cuenta la experiencia de Mason y la dureza de la prueba. Esto contribuyó todavía más a que su pasión por la mítica carrera francesa aumentara, a la par que su garaje sumaba importantes piezas de colección, algunas famosas en Le Mans y en otras pruebas de gran envergadura en la historia del automovilismo.
Repitió en La Sarthe tres veces más, en 1982, 1983 y 1984, pilotando un BMW M1 dentro de la clase IMSA GTX el primer año y estrenándose al siguiente al volante de los espectaculares y competidos Grupo C de la mano de Dome. El fabricante japonés confió una de sus unidades RC82 a Nick Mason, Eliseo Salazar y Chris Craft, retirándose de la carrera tras completar apenas 75 vueltas. Al músico británico no le fue mucho mejor en el ’84, cuando su Porsche 956, compartido con Richard Lloyd y René Metge, fue descalificado.
Tras estas cinco aventuras en “la madre de todas las carreras”, Nick Mason continuó involucrado en actividades del mundo del motor, coleccionando importantes coches de competición pero sin volver a disputar las 24 Horas de Le Mans. En este tiempo, su pasión por el automovilismo ha quedado patente, llegando a aparecer en famosos programas de televisión como Top Gear o The Grand Tour. La competición ya le ha quedado algo lejos, pero su pasión por los coches continúa sonando al ritmo de las míticas canciones de Pink Floyd. En el fondo, cada una de sus participaciones en Le Mans suena a Pink Floyd, a Shine on Your crazy Diamond, One of these Days o Comfortably Numb.
Foto de portada: Martin Lee – Wikimedia Commons.