Höljes Motorstadion, Höljes (Suecia). | Cuando uno piensa en algunos nombres importantes del mundo del motor en nuestro país es fácil que aparezca el de Laia Sanz. La de Corbera de Llobregat ha dominado las dunas y la arena en el Dakar, ha conquistado el mundo encima de una moto y ahora se enfrenta al futuro montada en las bestias eléctricas del Extreme E. Y para seguir con su preparación de cara a este último reto, decidió montarse en un coche de rallycross y participar en la primera cita del RX2e, en Suecia. Y en el marco de este «Magic Weekend», que se disputa en el circuito de Höljes, tuvimos la oportunidad de sentarnos con ella para charlar un rato.
Laia, vuelves al Rallycross. Ya competiste el año pasado con este coche y en 2015 con uno de sus antecesores térmicos. ¿Te gusta el Rallycross?
«Si, obviamente todo el tiempo que pase sentada en el coche para mí es una oportunidad de aprender. Eso es lo que más me atrae del rallycross, que creo que me puede venir muy bien. Al final, para mí, el objetivo principal es el Extreme E y el año pasado mejoré mucho desde las primeras carreras a las últimas. Ya era de las chicas más rápidas, también este año. Pero me falta el saber luchar, el no cohibirme cuando hay más coches en pista. Entonces, yo creo que es genial poder estar aquí. Tener la oportunidad de aprender, de pelear, de estar ahí luchando con otros coches es una oportunidad muy chula. Y a parte, que la disciplina me parece divertida también. Aunque es verdad que a mí me atrae más el “rally-raid”, o sea otro tipo de carrera. Aquí es muy al sprint, no estoy tan acostumbrada, pero también me va a venir muy bien.»
Además, en el Extreme E habéis tenido algunos cambios y movimientos en el calendario…
«Sí, bueno, el tema de la guerra en Ucrania nos ha afectado y es un poco rollo porque hemos hecho una pausa muy larga. Deberíamos haber hecho una carrera en mayo y otra ahora, y al final hacemos las dos ahora. Pero al final no cambia mucho, aunque sí que es verdad que con dos carreras tan juntas va a ser súper importante para el campeonato salir de allí con opciones. Tenemos en una semana medio campeonato, prácticamente.»
Habiéndote subido a ambos, ¿qué diferencias notas entre el Extreme E y estos RX2e? ¿Son muy dispares?
«Son muy diferentes. Estos son casi como un kart y el Extreme E es un monstruo. Y además, aquí es muy diferente. La pista es corta, es todo mucho más… matemático, digamos. Allí la pista se rompe muchísimo cada vez que salimos a ella, es más largo… Es un poco raro en el Extreme E, porque es como rally-raid pero en formato rallycross. Entonces es un mix.»
Si alguien sigue tu trayectoria verá que igual te subes a una moto, que te subes al Extreme E, a coches de rallycross… Laia, ¿tú paras?
«No (se ríe). Me gusta mucho. Y, la verdad, en el mundo de los coches que lo estoy empezando ahora, no es fácil. Porque no es fácil tener el “budget”, tener oportunidades… pero si por mí fuera, estaría cada semana en un coche aprendiendo. Y es algo que me cuesta de este mundo, porque en la moto yo era trabajadora y disciplinada. En moto, tú entrenas, entrenas y entrenas, y puedes ir en moto cada día. Y aquí se me hace muy raro, porque a veces pasan tres meses y no te has subido a un coche. Entonces, si fuera por mí, estaría cada semana corriendo en cosas diferentes y aprendiendo cosas nuevas.»
¿Motos, coches o ambos?
«Hombre, eso es casi como preguntar a quién quieres más: si a mamá o a papá (ríe). Obviamente la moto me lo ha dado todo y me he dedicado toda la vida a ella. Pero en coches sí que me gustaría ir progresando, ir cogiendo experiencia… Y sí que me encanta ir haciendo y probando cosas, pero a mí lo que más me atrae es el Extreme E, que es en lo que estamos centrados y lo más importante de la temporada. Y también en el Dakar me gustaría acabar teniendo la oportunidad de llevar un buen coche.»
El programa de carreras es frenético, así que el tiempo de charla va tocando a su fin. A pesar de ello, la conversación sigue al apagar la grabadora, brindándonos la posibilidad de alargar este rato junto a Laia. Su cercanía contrasta con su competitividad tras un volante o un manillar. El fin de semana sigue su curso y cada uno debe volver a sus quehaceres. Nosotros a las letras. Ella se enfunda el traje y se pone el casco, lista para volverse a transformar.