Llevamos ya unos meses de parón invernal y algunas de las grandes competiciones empiezan a despertar. Y como no puede ser de otra forma, el mundial de Rallies lo inaugurará una cita mítica donde las haya. Los estrechos tramos del Rally Monte-Carlo, aunque estén situados todos en Francia, darán el pistoletazo de salida al mundial de 2019, en el que Sébastien Ogier intentará defender el titulo ante las embestidas de Ott Tänak y Thierry Neuville, entre otros, a los que se sumará la vuelta de uno de los grandes. Loeb vuelve, y vuelve para pelear.
Carlos Sainz, en 1999, negociando una de las muchas horquillas presentes en esta cita.
Monte-Carlo es un habitual en el mundo de los Rallies y, desde que se creó el mundial en 1973, ha sido la cita inaugural del campeonato. Exceptuando 1974, en el que se canceló la prueba, y el período de 2009 a 2011 en el que puntuó para el IRC (Intercontinental Rally Challenge) y no para el WRC. En 1983, los mecánicos de Lancia se dedicaron a tirar sal en los tramos con hielo para ayudar a su 037 de tracción trasera a luchar contra los poderosos Audi S1 Quattro, como os explicamos en «David contra Goliat «, y no es la única anécdota que nos ha regalado esta prueba a lo largo de los años.
Pero quizás una de las más bonitas historias que se cuentan, sea la del tramo del Col de Turini, en Francia. Hasta que la FIA lo prohibió en los noventa, este tramo se corría de noche, lo que lo convertía en uno de los más conocidos por los aficionados. Los que acudían a verlo se arremolinaban alrededor de centenares de hogueras, que ayudaban a superar la fría noche de finales de Enero. Así que todo el tramo quedaba sembrado de pequeños fuegos que seguían la infinidad de horquillas, en las que se acumulaban la mayor parte del público asistente, dibujando en la montaña una especie de gran árbol de navidad.
La luz artificial ha sustituido a las hogueras en los tramos nocturnos.
Además, en el punto más alto de “le Col” solían acudir en manada y por proximidad, aficionados franceses e italianos que se repartían a cada lado de la carretera. Franceses a un lado, italianos al otro. En esa parte solía haber nieve, pero cuando no había, o los aficionados creían que no era suficiente, los allí congregados se dedicaban a echar más sobre la carretera para más espectáculo. Los pilotos lo sabían y se lo esperaban, era tradición y no gamberrada. Además, siguiendo la batalla que había entre los fabricantes de ambas nacionalidades en la pista, las hinchadas solían enfrascarse en guerras de nieve, lanzándose bolas mientras los Alpine, Peugeot y Lancia coronaban Turini ante sus más leales aficionados.
Era una gran fiesta, un patio de juegos sólo interrumpido por el bramido de esas bestias que surcaban los tramos en busca del mejor crono. Este fin de semana volverá el ruido y el olor a gasolina a esas curvas, arrancará el mundial 2019 y empezará un campeonato que nos traerá emoción durante meses. Con el paso de los años ha cambiado, pero la fiesta del automovilismo vuelve a empezar.
Los pilotos deberán lidiar con la nieve en algunos tramos.
En los coches de competición actuales, las leyes de la física son puestas a prueba para ser cada vez más rápidos. Ya os hemos hablado en artículos anteriores, como «Alerones para 2019: Qué es el “outwash” y por qué no acaba de gustarnos» y «El truco está en el fondo«, sobre la aerodinámica para hacerla un poco más accesible. Y hoy os hablaremos sobre uno de los fenómenos que hace todo esto posible: el efecto Coanda.
Tomaremos como ejemplo los F1 actuales. Todo su diseño incluyendo alas, fondo plano, difusor, aletines y, en general, cualquier parte de la carrocería forma parte de un conjunto que sólo funciona cuando todas las piezas lo hacen. Si nos fijamos en la carrocería de uno de estos coches nos daremos cuenta de que es muy difícil encontrar un superficie plana o angular, y de que su perfil tiende a dibujar sutiles curvas. Pues bien, cada una de esas curvas ha sido diseñada para mejorar el rendimiento al máximo.
La carrocería de un Formula 1 dibuja curvas sutiles, todas ellas estudiadas y probadas.
Todas esas curvas están pensadas para favorecer a un fenómeno que se explica gracias, otra vez, a la ecuación de Bernoulli, que ya os explicamos anteriormente. Esta dice, básicamente, que un fluido disminuirá su presión a medida que se acelere. Debido a eso, ante un flujo de aire constante, la parte del fluido que esté en contacto con una superficie lisa y paralela a este tendrá tendencia a pegarse a ese plano, porque ganará velocidad y por tanto perderá algo de presión. Si curvamos ligeramente esta superficie, podremos incluso dirigir el aire a nuestro antojo para que incida, por ejemplo, en un alerón. Este fenómeno es conocido como efecto Coanda.
Las curvas en la carrocería también predominan en otras categorías.
Si vemos un monoplaza desde arriba notaremos que, desde sus pontones laterales hasta la parte del escape, este describe una forma parecida a una gota de agua, que sería la forma ideal para favorecer este efecto sin generar demasiado «drag». Cuando el aire choca contra nuestro coche, se genera un flujo turbulento por la incidencia del alerón delantero. Este está pensado para “apartar” el aire y así minimizar el efecto que puedan tener las ruedas, llevando una parte hacia abajo para que el fondo plano cumpla con su cometido. Después de esto, el aire es recogido con aletines situados más atrás, para que vuelva a fluir sobre nuestra carrocería y poder redirigirlo mediante ligeras curvas a donde pueda ser útil para pegar el coche al suelo.
El efecto Coanda explica porqué la forma de los coches parece que fluya hacia la parte posterior: porque igual que estas formas el aire se moverá de una forma controlada para producir esa magia invisible, que es la aerodinámica, y que puede suponer la diferencia entre encontrar un impedimento y conseguir una ventaja. Y todo eso gracias a la magia de las curvas.
El coche se va estrechando hacia el escape para redirigir el aire a su parte trasera.
El Dakar de este año se presenta movidito, sobretodo en lo que a coches se refiere, y es que hay dos gallos en el mismo gallinero que van a pelear hasta el final por hacerse con la victoria. Hablamos de los Buggy contra los 4×4 tradicionales.
Hace ya unos años que se creó un reglamento para dar cabida a unos coches más ligeros, sin tracción total y de motor central. Los llamados “buggy” se benefician de estas características para ser más rápidos en algunos tramos del Rally-Raid más famoso del mundo, pero hasta hace poco, no tenían mucho que decir ante los polivalentes todoterrenos 4×4, que dominaban esta competición sin demasiada oposición de los menos manejables 4×2, recién aparecidos. Hasta que llegó Peugeot Sport y reinterpretó el reglamento, a priori creado para equipos privados, para sacarse de la manga un Buggy que no solo era capaz de plantar cara a los 4×4, sino que además acabó dando su segundo Dakar a Carlos Sainz.
Los buggy llevan una configuración más radical en cuanto a recorrido de la suspensión y tamaño de los neumáticos.
La mayor diferencia entre estos dos grupos de coches es su tren motriz. En los todoterrenos tradicionales el piloto dispone de tracción a las cuatro ruedas, lo que le da una ventaja en situaciones de baja adherencia frente a las dos ruedas motrices de los buggies, pero a cambio el piloto de este útlimo tiene la capacidad de hinchar y deshinchar las ruedas a su gusto desde la cabina. Variar la presión de las ruedas es un recurso valioso en zonas de arena y dunas, ya que al reducir la presión del neumático se aumenta la superficie de contacto y se puede ganar tracción en un terreno tan traicionero como es el desierto. Sin embargo, en los 4×4 esto se deberá hacer de forma manual bajándose del coche, lo que representa una importante pérdida de tiempo.
Los 4×4 serán más estables en pista gracias a su tracción integral.
Las diferencias entre ellos también afectan a otras características del coche, como la suspensión y los neumáticos, así que son dos conceptos diferentes que van a luchar por la misma meta. Ambos reciben la homologación T1 de la FIA, y están construidos sobre un chasis tubular y con carrocerías de fibra de carbono. En los todoterrenos, el motor debe estar situado en la parte delantera del coche y el depósito de combustible en la parte trasera de la jaula de seguridad, mientras que en los buggies, el depósito está situado bajo los asientos y el motor en una posición central-trasera. Los 4×4 serán más pesados, con un recorrido de la suspensión más corto y ruedas más pequeñas, lo que significa que el piloto saldrá más castigado de zonas bacheadas. Pero su coche será más rápido en pistas, debido a que los pilotos de los buggies deberán lidiar con los derrapes que pueda ocasionar la disposición de su motor y su tracción trasera.
Dos coches muy diferentes para intentar domar una de las carreras más duras del mundo. En una prueba como el Dakar, cualquiera de ellos puede salir vencedor y estamos seguros de que la suerte tendrá un papel importante con tantos factores como hay en juego. Así que agárrense porque la batalla ya ha comenzado.
Hace ya unos años que el estadounidense Ken Block publicó la primera de sus famosas “Gymkhana”. Youtube se ha convertido en la plataforma que le ha lanzado a la fama más allá de su carrera como piloto de rally, consiguiendo que millones de personas vean sus piruetas. Y lo que empezó como un vídeo del piloto deslizando un Subaru Impreza por un aeródromo, mientras el incombustible Travis Pastrana hacía de las suyas sobre su moto, ha acabado por convertirse en una enorme franquicia que lleva más de 550 millones de visitas en Youtube y, sobre la cual, Amazon Prime ha hecho una serie.
Block, cofundador de DC Shoes, invirtió la fortuna conseguida con la marca de calzados en conseguir un coche preparado y apuntarse a una escuela de pilotos. Empezó corriendo en pruebas regionales y pronto demostró ser rápido. Con el apoyo de Pastrana logró meterse en los X Games de 2006, en los que logra el bronce. Paso a paso fue subiendo escalones hasta que en 2010 entró a competir en el WRC con Ford, alternando el campeonato mundial con el Rally America, en el que ha cosechado sus mayores logros. En 2013 acabó en decimotercera posición en la general del WRC, siendo esta su mayor actuación en esta competición.
Ken Block con el Focus del equipo Monster World Rally Team para 2010.
El americano no fue especialmente competitivo en el mundial, pero le valió para cosechar patrocinadores y apoyos para lo que realmente le hace destacar. En sus vídeos realiza maniobras imposibles a bordo de coches con hasta 1400 cv en el caso del Hoonicorn V2, un Mustang de 1965 con tracción integral y alimentado con metanol. En ellos han aparecido, a parte de la bestia antes mencionada, dos Subaru Impreza, varios Ford Fiesta con mas de 600 cv, su Escort Cosworth “Cossie” reconstruido y el Focus RS que usaba en el WRX con el equipo Hoonigan.
Su «Hoonicorn» ha sido uno de los favoritos del público.
Además, en su última aparición, Gymkhana TEN, se le ve conducir el Ford Fiesta con el que Ogier ha conquistado el título mundial este año, y una camioneta Ford F150 construida especialmente para la ocasión. La camioneta, conocida como “Hoonitruck”, es otra creación a la carta para que Block pueda quemar rueda sin piedad: Monta el mismo V6 que los Ford GT que participan en Le Mans y desarrolla la friolera de 914 cv, que se transmiten a las cuatro ruedas.
Aunque ya no participe en el WRX, el Focus RS RX sigue dando guerra.
Con herramientas de este calibre no es de extrañar que consiga engancharnos a la pantalla con sus piruetas por grandes ciudades y otros espectaculares escenarios. La base es sencilla: Un coche potente, ruedas quemadas, saltos, derrapadas y un poco de imaginación. Durante unos minutos es capaz de sacar al espectador una sonrisa al ver su coche saltar por las empinadas calles de San Francisco, derrapar delante de un tren en movimiento o encadenar donuts alrededor de un amigo suyo. Sea como sea, Ken parece tener un toque mágico para esto.
Sus vídeos siguen siendo una buena forma de dejar salir nuestra parte más pasional. Disfrutar del ruido, el humo de los neumáticos y los fogonazos saliendo de un tubo de escape es lo que, aunque a veces nos cueste admitirlo, hace que muchos de nosotros nos hayamos enganchado al mundo del motor. A veces, vale la pena que el niño que llevamos dentro pase un buen rato con este tipo de espectacularidad visual, ¿no creen? Eso sí, por muy bonito o fácil que parezca, no lo intenten en casa.
Es por todos sabido que las paradas son un elemento clave en el devenir de una carrera. Y cuanto menos tiempo se tenga el coche, mejor. Así que siempre se ha buscado la forma de facilitar el trabajo de los mecánicos para que se pierda el menor tiempo posible. Y para eso se inventaron los “Air Jack”.
Si hay que cambiar los neumáticos, es necesario levantar el coche del suelo para que el equipo pueda trabajar en las ruedas. Y aquí es donde los más avispados habrán notado una diferencia crucial entre, por ejemplo, la F1 y las carreras tipo GT. En el caso de las carreras de monoplazas, como la F1, estamos acostumbrados a ver a dos mecánicos con sendos gatos que levantan el coche mientras otros se encargan de las ruedas. Pero en el caso de las carreras de GT o prototipos, como pueden ser las de resistencia, los coches suelen pesar mucho más, casi todos por encima de los 1000 kg, así que sería difícil cargar todo ese peso entre dos mecánicos. Además, al ser coches carrozados dejan más espacio para introducir soluciones técnicas para lidiar con este tipo de problemas. Si alguna vez han visto una parada en boxes de este tipo de coches, verán que el vehículo se despega del suelo “solo”, sin que ningún mecánico empuñe una herramienta para tal propósito. Sin embargo, siempre puede verse un mecánico conectando una especie de cable al coche justo antes de que éste se levante. Este “cable” no es más que una manguera conectada a un sistema neumático (muchas veces unas simples bombonas presurizadas de aire).
El sistema es más simple de lo que parece: Cuando el coche para, un mecánico conecta esta manguera a una válvula que lleva incorporada el coche y la presión del aire hace salir unos resortes del fondo del coche, así el peso del vehículo se apoya en esas patas y queda suspendido a unos centímetros del suelo. De esta forma, los mecánicos pueden trabajar en el coche cuando para durante la carrera e incluso en el garaje si el sistema se mantiene conectado.
Cuando el trabajo ha terminado solo hay que desconectar la bombona y la disminución de presión hace que las patas vuelvan a su sitio, así las ruedas vuelven al suelo y el coche está listo para rodar con normalidad. Es un sistema que añadiría demasiado peso a un monoplaza, pero en un coche carrozado es necesario y hace más cómodo trabajar para tener el coche listo en poco tiempo. Sólo un poco de aire presurizado, una manguera que manipula un único mecánico y unos sencillos resortes. Simple y brillante a la vez, ¿no les parece?
Utilizamos cookies para optimizar nuestro sitio web y nuestro servicio.
Funcional
Siempre activo
The technical storage or access is strictly necessary for the legitimate purpose of enabling the use of a specific service explicitly requested by the subscriber or user, or for the sole purpose of carrying out the transmission of a communication over an electronic communications network.
Preferencias
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para la finalidad legítima de almacenar preferencias no solicitadas por el abonado o usuario.
Estadísticas
The technical storage or access that is used exclusively for statistical purposes.El almacenamiento o acceso técnico que se utiliza exclusivamente con fines estadísticos anónimos. Sin un requerimiento, el cumplimiento voluntario por parte de tu Proveedor de servicios de Internet, o los registros adicionales de un tercero, la información almacenada o recuperada sólo para este propósito no se puede utilizar para identificarte.
Marketing
The technical storage or access is required to create user profiles to send advertising, or to track the user on a website or across several websites for similar marketing purposes.