Las 24 Horas de Daytona es una cita ineludible para cualquier apasionado de las carreras y del mundo de la resistencia. La gran carrera del campeonato IMSA que cuenta con una popularidad únicamente comparable con su semejante francesa de Le Mans. Por ello, la participación de High Class Racing en la prueba norteamericana era algo especial donde la estructura española había puesto todo sus esfuerzos. Sin embargo, la caja de cambios se cargó de manera temprana sus esperanzas.
El equipo con sede en Montmeló viajó a Daytona para empezar una gran aventura a la que se sumaron Robert Kubica y Ferdinand Habsburg a los habituales Anders Fjordbach y Dennis Andersen como pilotos encargados de dar rienda suelta a las prestaciones del Oreca 07 LMP2. Tanto el polaco como el austriaco se adaptaron a las mil maravillas a la manera de trabajar del conjunto con alma española que compite bajo bandera danesa.
La primera piedra fue el ROAR before de 24, el evento previo al fin de semana de las 24 Horas que se disputa una semana antes para conformar la parrilla de salida de la mítica prueba. Los primeros entrenamientos fueron bien y High Class Racing fue demostrando que tenían el ritmo necesario para estar a la altura de los favoritos en su categoría, LMP2. Cuando llegó la hora de la verdad, en la sesión de calificación, Ferdinand Habsburg y Dennis Andersen se ocuparon de continuar con los buenos resultados para firmar una fantástica segunda posición. Las opciones de conseguir un buen lugar de salida eran enormes.
Se dio la salida a la carrera de calificación del ROAR before de 24 y tanto Habsburg como Andersen, los encargados de defender los colores del “equipo español del WEC”, pilotaron con gran solvencia. El ritmo les puso en bandeja la posibilidad de ganar y, por lo tanto, comenzar las 24 Horas de Daytona desde la Pole Position. Pero un desafortunado período de neutralización les jugó en contra de sus intereses estratégicos, perdiendo posiciones y teniendo que remontar en los compases finales de la hora y cuarenta minutos de competición. Finalmente, acabaron en segunda plaza, el puesto que se habían ganado con gran esfuerzo y trabajo para comenzar su primera participación en la gran carrera de Daytona.
Unos días de descanso para recargar las pilas y llenar el depósito fueron el premio que recibieron los aguerridos mecánicos, técnicos e ingenieros de High Class Racing por el éxito. Pero tocaba centrarse en lo importante, en unas 24 Horas que iban a ser muy largas y cuya recompensa buscarían desde el principio. Su experiencia en Le Mans iba a ser clave para la manera de afrontar la carrera. De nuevo, los entrenamientos reflejaron el gran estado de forma del Oreca 07 y de los pilotos Kubica, Habsburg, Fjordbach y Andersen, con ritmos altamente competitivos tanto en tandas largas como en stints al sprint.
El sábado, la armada española de High Class Racing alineó el coche en la parrilla de salida, siendo Dennis Andersen el encargado de realizar el primer relevo. Después de toda la parafernalia que envuelve los actos estadounidenses y con una sensación muy extraña por la ausencia de público en las gradas, se dio luz verde a una nueva edición de las 24 Horas de Daytona, con el LMP2 del equipo de casa partiendo en la primera fila de su categoría.
La salida fue el momento especial en el que la aventura tomaba forma por fin, con Andersen a los mandos de la nave que les iba a llevar a un universo desconocido pero fuertemente anhelado. Los primeros instantes de la gran batalla de un día de duración no fueron todo lo bien que esperaban, perdiendo una posición en favor del Dallara de Cetilar Racing, pero no era una mala noticia. Con tantas horas de competición por delante, había tiempo para remontar y el momento de High Class Racing aún no había llegado.
Lo cierto es que el equipo danés con sabor español estaba aguantando el ritmo de los coches de cabeza, siendo el Oreca de PR1 Mathiasen Motorsports el encargado de mantener la cabeza de carrera tras partir desde la Pole Position. La clave iba a estar hacia la parte intermedia, durante la noche, el momento en el que Robert Kubica y Ferdinand Habsburg sacaran toda la caballería a relucir de las más profundas entrañas del prototipo de High Class Racing.
Las primeras paradas para repostar y cambiar neumáticos se fueron sucediendo, lo que no favoreció en ese instante los intereses de la estructura con sede junto al Circuit de Barcelona-Catalunya. La pérdida de tiempo con respecto a sus rivales se hizo patente, pero los ingenieros trazaron una nueva estrategia que les permitiera recuperar el terreno cedido. Y en efecto, en la primera ocasión que tuvieron, aprovecharon un Coche de Seguridad para realizar una parada extra con menor coste en tiempo. Cuando los demás equipos se dieron cuenta de la jugada ya era tarde y High Class Racing estaba al frente de la carrera en LMP2.
Las opciones de victoria habían aumentado exponencialmente y a pesar de que faltaba mucha carrera por delante, la aventura había tomado un cariz espléndido. Pero, de forma súbita, una alarma se encendió en el muro del equipo. La realización enfocó sus cámaras al Oreca 07 con el dorsal #20 que estaba echando un sospechoso humo blanco por la parte trasera. Rodaba lento y se encaminó hacia el garaje. Los mecánicos se pusieron manos a la obra, desmontaron la zona posterior del prototipo y encontraron la avería. La caja de cambios era la causante.
La preocupación era palpable. Un problema en la caja de cambios los apeó de las últimas 24 Horas de Le Mans y los indicios de una repetición de la misma historia se estaban confirmando a marchas forzadas. El trabajo era máximo, mientras el tiempo transcurría y perdían vueltas y más vueltas. Las opciones de conseguir un buen resultado se habían esfumado pero la esperanza de volver al asfalto no estaba perdida. Con cautela y con un haz de luz en el horizonte, Anders Fjordbach tomó el relevo a Dennis Andersen y tomó el camino hacia la pista.
Pero los problemas continuaron y Fjordbach retornó el coche al garaje. La carrera se había terminado. No era posible arreglar la caja de cambios y la tristeza se hizo palpable. La aventura no había durado ni dos horas y tanto Robert Kubica como Ferdinand Habsburg se tuvieron que quedar con las ganas de pillar el volante. Tanto trabajo y esfuerzo se quedó sin recompensa y High Class Racing empezó a recoger los bártulos para regresar a casa. Volverán…