Si pensamos en velocidad seguramente nos vengan a la cabeza grandes circuitos y tramos con rectas infinitas. Monza, la recta de Kemmel y muchos nombres más que cualquier aficionado puede reconocer al segundo, pero si hay alguno de estos nombres que sobresale por encima del resto, esa es la recta de Hunaudières o Mulsanne. Lo que ahora es un complejo de tres rectas y dos chicanes, solía ser una sola recta interminable que propiciaba que los coches que la surcaban pudieran alcanzar velocidades infernales.

Las grandes marcas como Porsche y Jaguar dominaban la categoría durante esos años.

Las mejores marcas, los mejores pilotos y los mejores equipos han intentado ser los más rápidos en el trazado de la Sarthe a lo largo de los más de 90 años de historia de las 24 Horas de Le Mans. Sin embargo, la década de los ochenta fue, quizás, la más brutal. Los coches eran más rápidos que nunca y los pilotos parecían no tener miedo a los más de 6 km que separaban Tertre Rouge de la frenada de Mulsanne. Seis mil metros a fondo, seis mil metros para ver hasta donde podía llegar el coche.

Por aquel entonces eran los brutales Grupo C los encargados de dominar Le Mans y era habitual verlos superar los 380 Km/h. En ese contexto Welter Racing, el equipo de Gerard Welter y Michel Meunier, no podía hacer nada contra los grandes fabricantes, que copaban las mejores posiciones, así que se concentraron en otras metas. Su P86 de origen Peugeot no era rival para los todopoderosos Porsche, Jaguar y demás. Y los escasos recursos económicos del equipo poco ayudaban. Así pues, en esas circunstancias, WM se centró en batir el récord de velocidad del circuito y superar los 400 Km/h. Su plan gustó en Peugeot, y el fabricante francés quiso ayudar.

Para 1987 se desarrolló un nuevo coche pensado únicamente para romper esa barrera. Se potenció el efecto suelo para generar la carga necesaria y poder prescindir de los engorrosos alerones y su drag. Si bien durante el fin de semana de Le Mans, el P87 consiguió marcar unos prometedores 381 Km/h, en la vuelta 13 tuvo que abandonar debido a problemas mecánicos, derivados del estrés que sufrían los motores por la gasolina de baja calidad suministrada durante esos años.

Para 1988, el WM P88 Peugeot, era una versión mejorada del P87

Pero llegó 1988 y WM desveló su nueva arma para el propósito que se habían marcado el año anterior. El nuevo coche, el P88, era una evolución del antiguo P87 pero mejorado todavía más para maximizar su velocidad punta. El motor de 3 litros generaba 910 CV para los 900kg del conjunto y la silueta había sido optimizada para conseguir la máxima eficiencia. No hacía falta mejorar el paso por curva, querían ser los más rápidos en la recta.

La carrera estuvo plagada de problemas mecánicos para el P88, pero en uno de los stints, con Roger Dorchy al volante, el coche pudo ir ganando velocidad. Tras varias pasadas superando los 400 Km/h, finalmente un radar del ACO registró al P88 a 407 Km/h, una velocidad de récord. El P88 se retiró pocas vueltas después debido a que el motor no pudo soportar el ritmo, pero habáin conseguido su objetivo: batir el récord. Un récord que perdura hasta hoy y que virtualmente no se podrá superar debido a las chicanes introducidas en 1990, en parte por culpa del P88.

El interior del P88 era muy parco. Incluso el volante procedía de un Peugeot de calle.