Le Mans: esa carrera que todos quieren conquistar. Todos los fabricantes que hayan coqueteado con la competición sueñan con hacerse con ella, aunque no todos se atreven a intentarlo. El esfuerzo para competir en este evento es enorme y por mucho que lo intentes nadie te asegura el éxito. Nissan intentó romper todos los esquemas en 2015 con su GT-R LM Nismo.

Audi, Porsche, Toyota… todos ellos competían en la gran carrera francesa, y los mayores eventos de resistencia mundiales, con sus LMP1 y Nissan no quería ser menos. La marca japonesa encargó a su departamento de carreras que empezaran un proyecto desde cero para llegar a competir en las 24 Horas de Le Mans de 2015. Y los ingenieros se pusieron a trabajar.

Tras meses de desarrollo, el concepto final del coche estaba terminado. Y cuando salió a la luz, no dejó a nadie indiferente. Su diseñador, Ben Bowlby, creía que la parte trasera de los LMP1 corrientes quedaba muy limitada debido a que ésta debía albergar el motor y eso comprometía la aerodinámica general. Así que decidió que aprovechar la parte delantera mejoraría el rendimiento aerodinámico del coche, permitiendo restar protagonismo al alerón trasero y por tanto reduciendo significativamente el «drag».

El coche resaltaba por la forma peculiar de su parte delantera.

Así pues, sobre un chasis de carbono, se montó el motor en posición delantera. Una configuración que parecía ya extinguida en la categoría desde que, en 2003, el célebre Panoz LMP01 Evo la usara por última vez. El motor elegido fue un V6 biturbo de 3 litros de origen Nissan en colaboración con Cosworth y contaba con un sistema KERS de recuperación de energía. Esta potencia se transmitía a las ruedas delanteras y no a las traseras, como en el resto de coches de la categoría, lo que hacía todavía más peculiar al modelo nipón. Sin embargo, el KERS sí podía asistir al eje trasero del coche, así que se podría decir que en ciertos momentos, se trataba de un coche con tracción total.

Los test empezaron a finales de 2014 y se llevaron a cabo durante todo el invierno hasta los primeros meses de 2015. El coche fue desvelado a principios de ese año y Nissan quiso inscribir dos unidades en la temporada completa del campeonato del mundo de resistencia de 2015, con una tercera unidad que se inscribiría únicamente para Le Mans. Pero al final, los planes tuvieron que ser demorados hasta la misma cita francesa debido a que el coche falló en dos ocasiones las pruebas de choque de la FIA y no pudo ser homologado por razones de seguridad. La marca japonesa tuvo que rediseñar la estructura delantera y la puerta del prototipo.

Finalmente el ambicioso proyecto estaba listo para debutar en las 24 Horas de Le Mans. El coche se mostró mucho más lento que sus rivales en condiciones normales, pero los ingenieros del equipo confiaban en que la tracción delantera les daría ventaja en condiciones de baja adherencia. Aún así el modelo no pudo cumplir la regla del 110% de tiempo en la calificación y las tres unidades fueron relegadas al final de la parrilla de prototipos, por detrás incluso de los LMP2.

La carrera no fue mejor para los japoneses. El coche era lento y no podía competir con el resto de LMP1. Uno de las tres unidades tuvo que abandonar tras 115 vueltas por un problema de suspensión y la segunda tuvo que hacerlo en la vuelta 234 debido a un problema en la caja de cambios. La tercera unidad finalizó la carrera pero fue descalificado al finalizar al no cumplir con el 70% de la distancia recorrida por el coche ganador. La que debía ser su gran carrera fue un desastre.

Nissan quiso arriesgar. Rompió todas las reglas al fabricar un coche que funcionaba al revés que los de sus competidores. Arriesgaron demasiado y lo hicieron en una carrera que muchas veces no perdona ni a los más valientes. El Nissan GT-R LM Nismo nunca más corrió en ninguna carrera y pasó a ser una pieza de museo. Aún así los aficionados siguen acordándose de ese coche. Un extraño LMP1 pintado de rojo que una vez recorrió esas rectas del circuito francés.