Por historia, las 500 Millas de Indianápolis es una de las carreras más importantes del automovilismo. Ya desde los albores de su existencia, los mejores pilotos de carreras y las fábricas más importantes pusieron todas sus ganas en conquistar la gran prueba de velocidad en óvalo del continente americano. Incluso en una época en la que cruzar el Atlántico suponía un gran esfuerzo, las marcas europeas vieron en ella un enorme atractivo. Peugeot fue una de ellas.
El fabricante francés puede presumir de tener la historia en competición más longeva. No en vano, ellos fueron los primeros en ganar una carrera oficial, la legendaria París-Ruán de 1894 en la que Albert Lamaître se impuso con un “carruaje sin caballos” fabricado por la familia Peugeot que contaba con apenas 3 CV, dados por el motor Daimler que montaba. Por ello, cuando en 1911 se celebró la primera edición de la carrera de 500 millas, la marca gala puso sus miras en ella.
En las dos primeras ediciones, en 1911 y 1912, coches de las casas Benz, FIAT, Daimler u Opel habían viajado hasta Estados Unidos para participar en la carrera. Por ello, Peugeot no podía quedarse atrás y preparó un ambicioso programa para triunfar en la prueba. Su piloto principal sería Jules Goux, con quien ya habían triunfado en dos ediciones de la Copa Cataluña, en 1909 y 1910, celebradas en los circuitos del Penedés y Mataró, respectivamente; y en la Copa de La Sarthe de 1912, en Le Mans. Junto al experimentado conductor francés, viajaría a América el italiano Paolo Zuccarelli para poder poner un segundo coche en pista que sirviera también para recambios.
De esta manera, Peugeot se presentó en Indianápolis aquel año de 1913 con el objetivo de conquistar la carrera de coches que se estaba convirtiendo en la más importante a nivel mundial, superando poco a poco la popularidad que había cosechado la Copa Gordon Bennett en sus seis años de existencia. Cargaron todo lo necesario en un barco que cruzaría el océano en una travesía de varios días y se lanzaron a la gran aventura.
En sus primeras vueltas al rápido trazado indiano ya se dieron cuenta de la exigencia mecánica que iba a pedirles la carrera. La velocidad necesaria no era un problema, aparentemente, pero sí mantener durante muchas horas ese ritmo tan alto, con los esfuerzos que iban a tener que soportar las diferentes piezas del Peugeot con motor de cuatro cilindros. Los mecánicos y el propio Jules Goux, junto a Paolo Zuccarelli, trabajaron duro para afinar al máximo el coche y tenerlo listo para la carrera.
Goux logró una media de velocidad de 138,45 Km/h, lo que le valió para ser el tercero más rápido, únicamente por detrás de Jack Tower y Caleb Bragg; sin embargo, la parrilla de salida se determinó mediante un sorteo que le obligó a arrancar desde la segunda fila. Además, Zuccarelli consiguió la cuarta mejor media, de manera que las esperanzas en Peugeot estaban por todo lo alto. Si podían mantener ese ritmo durante las 200 vueltas al circuito de Indianápolis, tendrían serias opciones de victoria.
Cuando se dio la salida, Goux buscó zafarse del resto de pilotos para evitar cualquier tipo de toque en el polvoriento trazado, buscando la trazada ideal y aumentando paulatinamente el ritmo. Sin embargo, desde el garaje le ordenaron que no apretara en exceso, evitando así un sobreesfuerzo del motor que terminara con las aspiraciones de Peugeot en esta aventura transoceánica. El ritmo que estaba alcanzando era suficiente para ponerse en cabeza y así lo hizo.
Paolo Zuccarelli trató de pilotar al máximo de las posibilidades que le ofrecía el Peugeot, pero tras dieciocho vueltas, un problema en los cojinetes le hizo abandonar la carrera. Por ello, los esfuerzos del equipo de minimizar los riesgos fueron todavía mayores. La presión se posó sobre los hombros de Goux, que tuvo que continuar sin el apoyo que le podía brindar su compañero en caso de que sus rivales le alcanzaran en algún momento.
Esto no fue así y Joules Goux cruzó la línea de meta en primera posición después de más de seis horas y media de carrera para dar a Peugeot una de sus grandes victorias en competición, la primera en las 500 Millas de Indianápolis. El francés se convirtió también en el primer piloto no estadounidense en ganar la carrera. Su ventaja sobre el segundo clasificado, Spencer Wishart, fue de unos trece minutos.
Este no fue el único triunfo de Peugeot en Indianápolis, pues tres años después, con Dario Resta al volante, la marca del león volvió a ganar la carrera de 500 Millas, justo antes de que la Primera Guerra Mundial detuviera momentáneamente la actividad en el óvalo americano. Para la marca francesa supuso el mayor éxito en su historia, antes de centrar su mirada en las 24 Horas de Le Mans. Pero eso es una historia para otro día…