El despertador canta. No es un gallo, pero la alarma del móvil suena como un kikiriki. Es muy pronto, demasiado. Pero hay que ponerse en marcha porque toca ir a un circuito especial. El coche engrana la primera velocidad y salimos raudos hacia el Bajo Aragón, tierra de grandes carreras. Allí va a hacer su primer entrenamiento de pretemporada una joven chica que es una promesa con mucho que demostrar. Juju Noda está a punto de dar el gran paso, el de salir de su Japón natal para adentrarse en las carreras europeas. El certamen danés de Fórmula 4 será su puerta de entrada. Y Motorland Aragón, el circuito en el que empezará su camino. No nos lo queremos perder. Y Alcañiz, tampoco.
Cuando salimos de casa, todavía es noche cerrada. A la altura de Zaragoza, el sol comienza a saludarnos con sus primeros rayos. Al llegar al gran complejo del motor aragonés, el día es una realidad. Pasamos junto al edificio de entrada. El empleado de seguridad nos abre la barrera y enseguida aparcamos junto a los camiones en el paddock. Lo busco con la mirada, pero no lo veo. He quedado con la persona que trata de dirigir el futuro de la pequeña Juju. Me despido de mi querido compañero de cuatro ruedas y voy hacia el garaje de Noda Racing. Y de pronto, aparece. Àlex Garcia sale del box hablando por teléfono. Se nota que está atareado. Sólo faltaba yo para darle todavía más faena.
Nos saludamos calurosamente. Siempre es un placer volver a verle. Àlex es un tipo determinado y trabajador, quizás el mejor para guiar a la joven Noda en su camino hacia la élite del automovilismo. Hablamos de esto, de lo otro y de lo de más allá. Nos ponemos al día, vaya. En lo profesional y en lo personal. Se oyen algunos murmullos de motores lejanos. Pero el trabajo en el garaje de Noda Racing se centra en cambiar un filtro de aire defectuoso. Es pronto, y la chica no ha llegado aún. Creo que he madrugado demasiado. Bueno, esperaremos, qué le vamos a hacer. Los mecánicos se afanan en su tarea. El día es largo, pero seguro que se pasa volando. No hay tiempo que perder.
Al momento, un coche de alquiler aparece en escena. Al volante, un señor que llegó a ser piloto de Fórmula 1. Un señor que además de ser uno de los más reconocidos del automovilismo japonés, es el padre de la protagonista de esta historia. Hideki Noda para el motor y baja del coche. Junto a él, Juju Noda. Sus casi catorce años se hacen palpables de una manera abrumadora. Sin casco ni ropa de carreras, viste como una joven de su edad. Cuesta creer que ella sea aquella niña que un día se subió a un Fórmula 3 sin casi experiencia y batió los mejores tiempos del circuito de Okayama. La niña sobre la que están puestas muchas miradas del mundo del automovilismo. Todo el mundo espera que haga cosas alucinantes. No salgo de mi asombro.
Cinco minutos después, sale vestida con el mono, casco, guantes y botines. Ahora sí. Ahora tiene pinta de piloto de carreras. Quizás su baja estatura delata su condición de adolescente. Pero sí, ahora me creo que es ella. Habla con Hideki y después con Àlex. Intercambian impresiones. No quiero estorbar, así que me hago a un lado, aprovecho para hacer algunas fotos del coche. Es precioso. Un Fórmula 4 fabricado por Mygale, de color gris y con sólo dos patrocinadores. Se le ve tan parado, tan callado, tan pequeño, que asusta pensar en la potencia que esconde en sus entrañas. Es como un Fórmula 1 de juguete, pero de juguete no tiene nada. Es una auténtica máquina de carreras. Cuando Juju se monta, el rugido de su motor da cuenta de ello. Un bramido que dice: “¡Aquí estoy yo!”.
Juju Noda selecciona la primera marcha, sube revoluciones, suelta poco a poco el embrague y sale del garaje. No conoce el trazado, pues es su primera vez en Alcañiz, así que en estas primeras vueltas busca no salirse, escanear cada detalle de la pista a vista de monoplaza. Sus tiempos no son para nada importantes. Pero las primeras impresiones sí. La sonrisa de su padre al hablar con ella, y la cara de satisfacción de Àlex los delatan. Ha ido bien. Las sensaciones son muy buenas. Y cada tanda de vueltas que da, las caras son más felices. Aprovecho para hacer fotos. Voy a los viales. Me fijo en la manera de atacar las curvas de Juju. Al principio con calma, quizás excesiva. Creo que sabe bien lo que cuesta probar en un circuito, como para echarlo a perder por un error de conducción.
Cada vez es más agresiva. Cada vuelta va más rápida. Se aprecia a simple vista. Giro tras giro deja menos espacio entre la rueda y el vértice de las curvas. Apura más las frenadas y busca las trazadas ideales. Sigo haciendo fotos. El contraste entre los pianos rojos y amarillos de la bandera aragonesa y el gris del F4 de Noda Racing crean imágenes que enamoran a la vista. Pero llega el parón para comer. La actividad en pista se detiene y todo el mundo camina hacia el restaurante para reponer fuerzas. Entre tanto, alguien llega a Motorland Aragón. Alguien que, como yo, está aquí porque ha venido. Y ha venido para echar una mano con una labor crucial.
Víctor Forner hace su entrada estelar. Nos saludamos afectuosamente, y rápidamente, Àlex y él se sumergen en el apasionante mundo del análisis de datos. Se sientan frente al ordenador y, uno por uno, van viendo todos y cada uno de los parámetros medidos por los distintos sensores del coche. Víctor es ingeniero, y como tal, ejerce para entender como trabaja el coche de la joven Juju y hacer que corra más. Entretanto, los mecánicos vuelven al trabajo. Retocan y ajustan el coche. Suspensiones, alerones y presión de los neumáticos son sus principales ajustes. Víctor y Àlex siguen a lo suyo.
Juju e Hideki regresan al box. El experimentado piloto vuelve a sus labores de gran jefe y se pone manos a la obra, junto a sus mecánicos, en poner a punto el coche. La joven promesa se sube al Mygale, preparada para una nueva tanda de vueltas. La tarde promete. Me encamino hacia la zona de la curva del “sacacorchos” y después al famoso muro. Las fotos están quedando bien. Y Juju cada vez está más en consonancia con el coche. Cada vez se conocen mejor, hay química entre ellos, y eso se nota. Cuando un piloto está cómodo con su montura, se ve a simple vista. La conducción de la chica es precisa y suave. Y va rápida, cada vuelta un poco más. Vuelvo al garaje. Tengo a Juju Noda retratada desde todos los ángulos. Voy junto a Hideki, Àlex y Víctor, que analizan la telemetría.
El sol ya ha pasado su cénit y va camino de dejar paso a la luna. La jornada está llegando a su fin. Con el semáforo en rojo, Juju regresa al box. Para el motor del coche y se baja del mismo. El primer día de entrenamientos de pretemporada ha terminado. Y ha sido un éxito. Han podido probar muchas cosas de cara al año que se les viene encima. Las caras de cansancio luchan por mostrar su satisfacción. La satisfacción de un día muy productivo. Ha llegado el momento de irse. Mi querido compañero de cuatro ruedas me espera para llevarme a casa. Me despido de la gente de Noda Racing. Me despido de Hideki, de Víctor y de Àlex, a quien agradezco de veras su invitación para venir. Ha sido un placer. Todos sonreímos, pero la que más lo hace es Juju. No puedo olvidar su sonrisa cuando llegó por la mañana. Es la misma al bajarse del coche. Está contenta. Su camino acaba de empezar.
Foto de portada: © Pablo López Castillo (elacelerador.com)