Una mera cifra que esconde mucho más. 1000 carreras. Llegar a celebrar mil carreras es un hito que evidencia la longevidad del Campeonato del Mundo de Fórmula 1. Aunque habría que aclarar primero una serie de conceptos. Para empezar, el certamen no recibió esa denominación hasta 1981, aunque es verdad que las pruebas sí eran bajo la denominación de Grand Prix de Fórmula 1. Claro que entonces, ¿habría que tener en cuenta aquellos Grandes Premios que no sumaban puntos para el campeonato aunque cumplían con la reglamentación? ¿Y qué hacemos con las 500 Millas de Indianápolis que formaron parte del campeonato, aunque se corrieron con otro reglamento? Siendo estrictos, la cifra esconde alguna laguna histórica.
En cualquier caso, el Gran Premio de China de este fin de semana será el Gran Premio número 1000 que formará parte y dará puntos en el Campeonato del Mundo de Pilotos. Y esto sí es estrictamente cierto. Desde aquel lejano Gran Premio de Gran Bretaña de 1950, que además recibió el título de Gran Premio de Europa, los pilotos del Gran Circo han sido los protagonistas de ese millar de carreras. De todas ellas, algunas han quedado en la retina de la afición por motivos muy diferentes.
Si buscamos una carrera con un claro protagonista, no podemos pasar por alto el Gran Premio de Alemania de 1957, cuando Juan Manuel Fangio dio una lección de pilotaje en Nürburgring, remontando los 45 segundos de desventaja para alzarse con la victoria y con su quinto título de campeón. Como tampoco podemos olvidar el Gran Premio de Japón de 2005 en Suzuka y la remontada desde el 17º lugar hasta la victoria de Kimi Räikkönen. Dos épocas totalmente diferentes, pero un mismo campeonato.
Pero también podemos encontrar el horror y la crueldad de las carreras. La tragedia tiñó de negro el Gran Premio de San Marino de 1994 con las muertes de Roland Ratzenberger y Ayrton Senna, como lo hizo diecisiete años antes en el Gran Premio de Sudáfrica de 1977, cuando el comisario que iba a apagar el fuego del coche de Renzo Zorzi fue arrollado y muerto en el acto. El extintor que llevaba con él, salió volando e impactó en la cabeza de Tom Pryce, matándolo a su vez. Tras el Gran Premio sanmarinense, sólo el Gran Premio de Japón de 2014 nos ha recordado esa faceta del automovilismo con el accidente de Jules Bianchi.
Mil carreras. Han dado para ver al gran campeón argentino Juan Manuel Fangio dominar con mano de hierro, encadenando cuatro de sus cinco campeonatos de manera consecutiva. Era una época en la que los fabricantes se acercaron de nuevo a las carreras, tras la Segunda Guerra Mundial. No en vano, se aprovecharon los modelos construidos antes de ella. Después, fue el turno del ingenio. El turno de los garajistas, que transformaron la categoría. También, la publicidad en los coches y la llegada de las tabacaleras marcaron aquellos años ’60 y ’70.
Los ’80 trajeron aires de modernidad. La profesionalización empezó a asomar la cabeza y poco a poco dejaron de verse imágenes poco apropiadas del mundo deportivo. Equipos y pilotos empezaron una batalla fuera de las pistas para llegar a ellas lo más preparados física y técnicamente posible. Y con los ’90, el salto definitivo a la globalización. La mejora de los sistemas de transmisión televisiva permitió la llegada de las carreras a los confines del planeta. Y con ello, un piloto que marcó la época de mayor dominio de la historia: Michael Schumacher.
El alemán llegó para ganar. Y vaya si lo hizo. Hasta el punto de convertirse en el icono de la Fórmula 1. Ferrari volvió a la senda del éxito cuando la categoría afrontaba la entrada en el nuevo milenio. Al final, los cambios de normativa hicieron su efecto y el dominio aplastante de la dupla germano-italiana llegó a su fin. Aunque no por mucho tiempo, porque los años ’10 del siglo XXI han traído dos dominios absolutos diferentes. Una marca de bebidas energéticas sometiendo a los fabricantes y el regreso de la marca más antigua de la historia.
Y así se llega a la carrera número 1000. Con una batalla espectacular entre Ferrari y Mercedes, entre dos marcas que son historia viva de la Fórmula 1. Entre dos pilotos, Sebastian Vettel y Lewis Hamilton, que luchan para ver quien es el mejor de su generación. Las miras se centran en ver si los italianos podrán batir a los alemanes. Pero echando la vista atrás, nuestros ojos deberían posarse en ver si la categoría llegará a las 2000 carreras. La revolución tecnológica e industrial que está provocando el desarrollo de los coches eléctricos pone en duda ese objetivo, salvo que la categoría afronte una revolución similar. La afición ha cambiado sus gustos y nuestra generación no ve las carreras de la misma manera que nuestros padres.
Los tiempos cambian y al final, la Fórmula 1 hará lo que ha hecho siempre. Se adaptará a los tiempos porque no le quedará otro remedio. Seguramente, nadie en los años ’50 imaginaba que la categoría podría sobrevivir contra viento y marea hasta llegar a nuestros días. Nadie pensaba en llegar a las 1000 carreras, como ahora nadie piensa en poder llegar a las 2000. Lo vemos igual de lejano como lo vieron aquellos entusiastas de los coches que organizaron la carrera número 1, aquel legendario Gran Premio de Gran Bretaña de 1950. ¡A por otras 1000!