Hace unos días os contábamos cómo funciona el sistema DRS, y qué eran la carga aerodinámica y el llamado «drag». Pero, ¿y si os dijéramos que el elemento más importante para el rendimiento aerodinámico de un coche no son los alerones? Normalmente el sistema que más ayuda a un coche a ir pegado al asfalto pasa desapercibido: El fondo plano.
En cualquier monoplaza (y en general cualquier coche de competición) lo que nos llama más la atención suelen ser los grandes alerones y apéndices de extraña geometría que llevan encima para intentar arañar unas décimas al cronómetro en las curvas. Pero más de la mitad del rendimiento que pueda tener ese coche se lo da el propio suelo. El fondo plano genera un agarre enorme y, además, no nos causa resistencia al avance, así que los equipos invierten mucho dinero en mejorar este importante elemento.
A finales de los setenta llegó la revolución. Colin Chapman introdujo en el Lotus 78 el llamado efecto suelo. Montó en el coche un fondo con forma de ala invertida y unos faldones que casi tocaban el suelo, de forma que el flujo de aire pasaba por un canal casi perfecto por debajo del monoplaza, lo que hacía que triplicara la carga aerodinámica de sus rivales y obtuviera un rendimiento en curva brutal. Y todo eso, gracias al efecto Venturi.
El efecto Venturi, que está directamente relacionado con la ecuación de Bernoulli, nos enseña que la presión de un fluido disminuye a medida que éste aumenta su velocidad. Y de la misma forma, al reducir el área del canal por donde circula, este debe aumentar la velocidad. Y eso es justamente lo que pasa bajo los coches de competición. El aire entra debajo del coche y se acelera porque es un canal más estrecho. Al acelerarse reduce su presión y, por tanto, el coche se pega al suelo como una ventosa. Además, cómo no hay ninguna superficie que impida el paso del flujo de aire, no nos genera «drag», así que no nos frena. El ahora prohibido efecto suelo es la forma de llevar este fenómeno al límite, pero tras el accidente de Gilles Villeneuve en 1982, la FIA acabó con este sistema porque los coches podían salir volando si el flujo de aire se hacia inestable bajo el coche por cualquier irregularidad.
En su lugar introdujo el fondo plano actual, del que os hablaremos más adelante, y se consolidó el uso de difusores al final de éste.
Todo para intentar limitar la ventaja que nos puede dar ese elemento, que pasa inadvertido para el ojo inexperto, pero que puede significar la diferencia entre ganar o perder. Y si no que se lo digan a Brawn GP.