El mundo está poblado por infinidad de circuitos de carreras que son lugares de culto para la afición. A la multitud de trazados permanentes hay que sumar los circuitos urbanos, lugares que mantienen la esencia de las carreras callejeras entre guardarraíles y muros de hormigón. Aquí podemos encontrarnos de todo, y de todo es de todo. Por lo general, cuanto más bajas son las categorías que compiten en ellos, las infraestructuras de servicios tienden a ser menores. Es lógico, las carreras de ámbito local suelen tener menor capacidad económica y los costes de montaje de un circuito urbano son elevados, de manera que se recorta en todo aquello que no es esencial para la competición.
Para ilustrar esto, presentamos el que quizás es el circuito más estrambótico y pintoresco que uno se pueda imaginar. El circuito de Palanga es un trazado de caracter temporal que se ubica al lado de la ciudad lituana de Palanga, importante destino turístico de la costa báltica, donde abundan las largas playas de arena. El circuito se aprovecha de las autopistas A11 y A13, bajo cuya intersección se ubica el paddock y la calle de garajes.
La parrilla de salida y la línea de meta se sitúan unos metros más adelante, tras una chicane construida para la ocasión. Los pilotos deben girar 180º al final de la recta de la A13 para volver hacia la intersección. Tras ella, giran a la derecha para entrar en la A11, pasar por encima del paddock y volver en un giro largo de 270º hacia la zona de garajes y la recta de meta.
Así se conforma un trazado de 2681 metros con 12 curvas, que incluyen la entrada y salida de la A11 (usando la famosa intersección), el giro de 180º para cambiar de sentido en la autopista A13 y varias chicanes temporales a lo largo del recorrido. El tiempo récord de vuelta lo marcó el piloto letón Konstantinas Calko en un Radical SR8 con un 1:07.046 en el año 2014 durante la disputa de la carrera de los 1000 Km.
Precisamente, esa es la carrera principal que se corre aquí. Su nombre oficial es ENEOS 1000 kilometrų lenktynės, y se celebra desde el año 2000 durante el segundo o tercer fin de semana de julio. En ella se dan cita muchos de los principales pilotos de los países bálticos, con inscripciones de gran renombre como Kazim Vasiliauskas o Benediktas Vanagas. También es habitual la presencia de pilotos conocidos de Europa occidental, como el ex piloto de Fórmula 1 y Porsche Supercup Michael Bleekemolen, o los hijos de este, Jeroen y Sebastiaan, bien conocidos dentro del mundo de los GT y la resistencia.
Participan vehículos de categoría GT principalmente, aunque también se suelen dar cita barquetas y prototipos, incluso turismos preparados para la competición. Estos se enmarcan en diferentes categorías, según el tipo de coche y características técnicas. Igual que en cualquier otra competición de este estilo, aunque las categorías varían con respecto a lo que se reglamenta en otros puntos del continente.
El circuito alberga también otras carreras de menor entidad como parte del evento que se celebra durante todo el fin de semana. Pero la palma se la lleva la carrera de 1000 Km, que cuenta con una buena fama en toda la región báltica. No en vano, la falta de circuitos permanentes que permitan la disputa de carreras de cierto empaque en esta parte del mundo hace que el circuito temporal de Palanga sea uno de los más importantes. Al menos durante los días en que está operativo.
Pero no nos engañemos. Este circuito jamás pasaría una revisión técnica de la FIA para la celebración de carreras internacionales. De hecho, ni siquiera tiene licencia FIA. No cuenta con escapatorias ni sistemas de seguridad específicos para la competición, ni reglados por ningún organismo oficial. Además de los guardarraíles de la autopista, el único añadido de seguridad en los puntos más conflictivos son unas pacas de paja, sacos terreros y algunos neumáticos, colocados estratégicamente en curvas y chicanes. El perímetro del circuito queda delimitado por cintas, con algunas vallas en zonas donde el público se ubica para evitar que puedan entrar a la pista.
A pesar de todo ello, de lo difícil que es organizar una prueba así y de la forma en que se hace, la carrera sale adelante cada año. El circuito de Palanga no existiría sin todo el batallón de voluntarios y aficionados que dan todo lo que tienen dentro para organizar año tras año un evento en un lugar donde nunca imaginaríamos. Tampoco sin el público, que año tras año abarrota los laterales de la autopista que por un día se convierte en circuito de carreras.