A la luz del anuncio de la Federación Internacional de Automovilismo sobre la creación del nuevo Campeonato del Mundo de Rally Cross Country, surgen una serie de reflexiones acerca de este movimiento para equiparar el máximo certamen de esta especialidad con otros mundiales que gozan de tal estatus. Supone poner al mismo nivel los rallyes de larga distancia y campo a través con la Fórmula 1, WEC, WRC, World RX o Fórmula E.
Esta ha sido una reivindicación por parte de muchos sectores desde hace tiempo. ¿Por qué algunas disciplinas automovilísticas tienen el estatus mundialista y los rallyes cross country no? Esa pregunta dejará de hacerse cuando en 2022, el ASO y la FIA lancen el nuevo Campeonato del Mundo de Rally Cross Country, que supone elevar de categoría a la actual Copa del Mundo y añadir el Rally Dakar a su lista de eventos como la prueba estrella del calendario.
Será precisamente el famoso rally raid el que dé el pistoletazo de salida al novedoso certamen, comenzando una nueva era muy interesante. Era necesario normalizar las diferentes reglas que imperaban en tantas pruebas de diferente organizador y reglamentador, y ajustarlas a las directrices de la Federación Internacional de Automovilismo para que estuvieran bajo el mismo paraguas unas pruebas y otras.
Por otra parte, este anuncio pone de manifiesto la importancia de este tipo de competición, que sigue atrayendo la atención de numerosos participantes. Son los herederos naturales de las carreras de larga distancia que se celebraban a finales del siglo XIX y principios del XX, en los albores del automovilismo, cuando no existían circuitos y el único objetivo era ser el más rápido en llegar desde el lugar de salida a la llegada.
Esta equiparación con el resto de Campeonatos del Mundo FIA supondrá un aumento del interés mediático, favorecido también por el trabajo que realiza la propia Federación Internacional de Automovilismo en cuidar sus certámenes. Cuando se creó el Campeonato del Mundo de Rallycross sobre la base del europeo, la disciplina tomó un gran impulso y comenzó su popularidad. Algo muy parecido sucedió también cuando se recuperó el mundial de resistencia en la forma del WEC para las demás carreras que no tenían la fama de las 24 Horas de Le Mans. Este efecto es similar al que puede ocurrir con los rallyes cross country. No es que el Rally Dakar lo necesite, pero sí el resto de pruebas del calendario de la actual Copa del Mundo.
Todo esto no hará sino aumentar aún más el creciente interés de los fabricantes. Este tipo de competición es un escenario perfecto para probar diferentes soluciones tecnológicas que puedan tener un recorrido en los coches de calle. Y con un estatus mundialista, es más fácil que las marcas vean también una oportunidad publicitaria. Es más interesante ser el “Campeón del Mundo” que el “ganador de la Copa del Mundo”. Y, además, a nivel de palmarés tiene más importancia.
Para ello, la FIA ya ha puesto sobre la mesa un plan para reglamentar cada una de las diferentes categorías de vehículos que podrán tomar parte en este mundial. Junto a los buggyes y todoterrenos, los SSV mantendrán como hasta ahora su protagonismo, englobándose cada uno en las categorías T1, T2, T3, T4 y T5, con los T3 y T4 beneficiándose de un mayor desarrollo bajo la nueva normativa.
Existe un horizonte en el que todos ellos deberán plantearse el cambio hacia motores que utilicen energía de combustibles alternativos entre 2026 y 2030. En este sentido, ya existen varias propuestas en avanzada fase de desarrollo, como las de Audi o GCK. Será más complicado en el caso de los equipos amateur, para quienes la FIA busca mantener su lugar en el nuevo campeonato, el hecho de afrontar tal cambio sin aumentar los costes que supone participar.
En cualquier caso, la creación de este Campeonato del Mundo de Rally Cross Country es una gran noticia para una especialidad que sigue creciendo año tras año y que mantiene un papel importante en el panorama automovilístico internacional y, por supuesto, nacional. Ahí está el gran éxito del Rally de Andalucía o de la Baja Aragón, puntuable para la Copa del Mundo de Bajas, que desde hace casi cuarenta años ha mantenido viva la pasión por esta vertiente del automovilismo en nuestro país.