Todo el mundo llega a la vida con un sueño debajo del brazo, aunque quizás no lo sepa aún. Quizás no tenga la forma de un sueño como tal, pero sí la de una idea o un motivo para seguir levantándose día a día y luchar contra viento y marea. El objetivo de este texto que os traigo hoy, por otro lado, no es daros una clase de onirología, sino más bien el de acercaros el caso de un trabajo de años, de esfuerzos a la sombra. Como bien decía la campaña de la Lotería, «no tenemos sueños baratos».
Navegas por una carretera de tierra. Es estrecha, pues no deja de servir de comunicación entre varias fincas de maíz ubicadas en la montaña cercana al Aeropuerto de Santiago Rosalía de Castro. Si trazásemos una línea recta campo a través, te quedarías a tan solo tres kilómetros de la terminal del aeropuerto de la capital de Galicia, pero el desnivel es tal que seguramente no podrías dar ni un paso sin desplomarte. Entre estas carreteras de tierra suelta, entre el polvo que se levanta y la vegetación, se encuentra un circuito.
El Circuito Xacobeo lleva ahí bastante tiempo, de hecho. Desde 2009, cuando se disputaron las primeras carreras oficiales en él, ha pasado por diferentes fases para, ahora, volver al calendario del Campeonato Gallego de Autocross con tres pruebas, todas ellas diferentes a pesar de estar ubicadas en el mismo terreno de 83.000m². El artífice de esta iniciativa es José Luis González, más conocido como Pitufo, un hombre que, cuando te explica lo que ha invertido en el trazado, no puede evitar emocionarse. Es el proyecto de una vida.
Piloto y campeón a nivel gallego en diversas categorías de rally y subida de montaña, ha centrado toda su vida a esto: al polvo que dejan los neumáticos, el olor a gasolina y el rugir de los motores… pero en su terreno. Día y noche, mañana y tarde, manipulando la maquinaria para dejar en condiciones una pista que cumple la normativa de la FIA, pero que no deja de estar en la montaña santiaguesa, lejos de los focos que antaño lo iluminaban y que espera volver a encender. Un circuito, el suyo, que prepara para poder competir en él tanto en sentido horario como anti-horario y, de postre, un nuevo trazado que, hoy por hoy, sirve de parque cerrado, pero que espera estrenar a fin de año, además de otra pista de trial.
Ahora, vuelve. Vuelve con mucha fuerza y siempre con la cabeza erguida como un pedacito de la historia del automovilismo gallego. «Pitufo» es una persona que lo lleva todo en su cabeza, desde los proyectos que tiene en mente para este reino de la tierra y la competición hasta los reglamentos. No mueve un pie sin estar completamente seguro de que encontrará firme en él, porque conoce la tierra que pisa como la palma de su mano. Lo sientes en sus palabras y en su mirada.
La primera vez que visitas este circuito, te reciben casi como a uno más de la familia. Te recibe José Luis en un coche blanco que de blanco tiene poco por la de veces que ha ido y venido con él por las pistas colindantes al circuito y el propio circuito, acompañado por su mano derecha, su secretaria. Un proyecto humilde, te cuentan. Tan humilde como el propio automovilismo que acoge, pero orgulloso, porque nada hay como el producto de casa. «Pitufo» lo sabe bien, y por eso se encarga de dejarles la pista a los pilotos más jóvenes del panorama. Les ofrece entrenamientos para poder compararse con los mayores, y los guía y cuida como si lo fuesen ya, porque sabe de la importancia de la cantera.
En un día con coches en pista, todo debe estar perfecto y José Luis va de un lado a otro. No para quieto ni un segundo: ultima los preparativos con la maquinaria, se asegura de que el tractor que la riega esté a punto, realiza el briefing con toda la ilusión y lanza a los coches a pista con ese brillo en los ojos del trabajo bien hecho. El trazado, que a simple vista puede parecer sencillo, esconde sus peligros, y los pilotos lo saben. No deja de ser un circuito divertido, ideado por una mente que fue y sigue viviendo la vida como piloto. ¿Y ahora? Ahora el Circuito Xacobeo espera impaciente a agosto, cuando las carreras volverán a él después de atravesar la fría y silenciosa época del confinamiento. Y ahí estará, listo, ansioso por sentir a los espectaculares kartcross navegar por sus curvas y a los carrozados luchar puerta con puerta.
Foto de portada: © Daniel Atán Romar