Una verja abierta te invita a pasar. Estás en medio de unos campos dibujados sobre la forma que la orogenia y los procesos geológicos han ido dando durante siglos a estas montañas. Nada cercano a las carreras podría haber aquí, a simple vista. Sin embargo, acabas de entrar en uno de los santuarios del motor de nuestro país, en un lugar donde se prueban todo tipo de vehículos de competición. El Nasser Camp se abre ante tus ojos.
Àlex Haro te recibe y te hace partícipe de inmediato de la prueba a la que has venido. Junto a él y a los demás participantes de esta experiencia, está el Yamaha YXZ1000R, un FIA T4, con el que él y Miquel Prat se lanzaron a la aventura de la Baja Aragón apenas unas semanas atrás. Y a su lado, el Yamaha YXZ1000R en su versión de calle recién sacado de fábrica. El kit GYTR Racing de Yamaha Motor es quien marca la diferencia. Ambos te esperan impacientes, uno para que lo domines y el otro para que te domine a ti.
Esta bestia parda, nacida del corazón de la marca de los diapasones, es un coche de carreras vestido de calle para no asustar al personal cuando avanza tranquilamente. Pero, en cuanto el acelerador recibe ese golpecito del pie, ese que con su firmeza le indica que es el momento de correr, se transforma en lo que realmente es, sacando toda la artillería pesada a relucir. Su motor tricilíndrico de 998cc, con sus doce válvulas, gira a toda velocidad, transmitiendo su potencia a la caja de cambios que, con una electrónica pulida y afinada, se encarga de mandar el impulso a los dos ejes para ejercer su poderío sobre cualquier superficie.
Después de una breve charla con Haro y Prat, llega el momento de la verdad. Casco en la cabeza y mono ignífugo en ristre, te subes al Yamaha YXZ1000R para conocerlo y descubrir juntos las pistas de tierra que discurren por los parajes del Nasser Camp. Poco a poco, sin apretar en exceso, te vas acostumbrando a la conducción de este vehículo que transmite de manera directa las sensaciones al que va en el asiento de la izquierda. El coche va donde uno quiere y sin grandes alardes, completas la primera vuelta al trazado.
Por ahora, eres un mero conductor, inexperto en el pilotaje de coches de carreras. Y así sigues siéndolo durante la segunda vuelta, aunque apretando un poco más en las zonas donde se puede hacerlo, porque el coche te da confianza y todavía tienes un enorme margen de seguridad. Nadie quiere romper este precioso juguete, así que sigues cada una de las órdenes y recomendaciones que te hace tu copiloto, el conocido piloto del Dakar en la categoría de cuadriciclos y ahora sentado en el asiento de la derecha en coches, Sergio Lafuente.
Sigues todos sus consejos porque él es tu seguro de viaje, la persona en la que confías tu seguridad en esta aventura. Él conoce todos los secretos del coche y de la pista, guiándote en cada curva, cambio de rasante, subida y bajada. Él es tus ojos y tu pensamiento, de manera que puedas centrarte únicamente en disfrutar y pasártelo de maravilla al volante del Yamaha YXZ1000R. Y, también, quien te anima a apretar un poco más en la vuelta final. Algo más de siete kilómetros te esperan para terminar por todo lo alto esta bonita experiencia.
Así que sin pensártelo, trazas diferente y frenas más tarde. Poco a poco, estás pasando de conductor a piloto, y aunque todavía te queda mucho para serlo, esa sensación de ir a por todas es indescriptible. Deslizas el coche y lo haces rotar, de manera brusca y bruta, sin finura, por eso todavía no eres un piloto de carreras de verdad, aunque este coche sea tan simpático que casi te crees que lo eres. Sales de la horquilla, das gas y encaras el salto. Con toda la potencia detrás y el volante recto, te enfilas disparado hacia él. Los neumáticos dejan de tener contacto con el suelo y por unas milésimas de segundo estás flotando. Vuelas.
Caes bien y enseguida levantas el pie. Es instintivo. Otro motivo por el que todavía no eres piloto. Terminas la vuelta y llegas junto al equipo de Yamaha Racing y los demás compañeros que hoy también probarán este Yamaha YXZ1000R. Te bajas del coche y sin casi descanso, Miquel Prat que pilla por banda y te sube a la versión de competición. En el asiento de la derecha, ahora sí vas a saber lo que es un piloto de carreras.
El estómago y el culo, sea porque estén conectados anatómicamente o por otra razón, son los sensores humanos cuando se está subido en un coche. Detectan cualquier situación anómala y cuando es el primero el que va rebotando dentro de ti, es que estás yendo muy rápido. Al principio no lo disfrutas, piensas que los pilotos de carreras están locos, pero… ¡bendita locura! Porque su “locura” es tu disfrute. Pasan las curvas, las subidas y las bajadas, y Miquel Prat te está haciendo disfrutar como un niño. Desde luego, el cambio de percepción entre un conductor (tú) y un piloto (él) es brutal, un abismo enorme.
Terminas esa experiencia y te reúnes con el equipo. Son una gran familia en la que la camaradería está por encima de todo y descubres más secretos del Yamaha YXZ1000R, un coche que te ha ganado, tanto en un asiento como en el otro. Su sonido, su manejabilidad y todo él se han hecho un hueco dentro de ti. Te vas del Nasser Camp con la feliz sensación de que algún día ese coche será tuyo, alejándote de los parajes de Castellfollit del Boix echando la vista atrás, hacia ese mágico lugar en el que se respira gasolina al que ojalá volverás…
Foto de portada: Media Yamaha Racing.