Tras dos años de la presentación del invento que cambió la movilidad de la humanidad, nadie había realizado todavía ningún desplazamiento considerable para que fuera considerado un viaje. El automóvil, invento del ingeniero alemán Karl Benz (Benz: El origen de todo), aguardaba el momento de demostrar sus capacidades.
Fue una mujer la que tomó las riendas del asunto. Bertha Benz, nacida como Bertha Ringer, no sólo era la esposa de Benz. Era su socia y su apoyo moral. La patente del Benz Patent Motorwagen, el primer coche de la historia, la solicitó Karl, pero fue Bertha la que impulsó a su marido para hacerlo. Y fue ella también la que tuvo que convencerlo de que aquel artefacto era el futuro de la movilidad.
Para ello, ni corta ni perezosa, tomó a los hijos de ambos y los subió a bordo del vehículo. Sin decirle nada a Karl, salió de su casa en Mannheim y puso dirección a Pforzheim, la localidad donde había nacido y donde residían sus padres. La distancia era considerable para la época, aproximádamente 106 Kilómetros, en los que tuvo que hacer frente a situaciones e inconvenientes de lo más variopinto. Aunque el más importante fue la falta de combustible para mover el aparato.
El Benz Patent Motorwagen contaba con un pequeño depósito de 4,5 litros de bencina, que no gasolina, la cual sólo podía ser adquirida en las farmacias. Hay que recordar que por entonces no existían las gasolineras. Se considera el primer repostaje de la historia el que realizó la alemana al llegar a la farmacia de Wiesloch. Otro problema fue el aumento de la temperatura del motor, que debía solventarse rellenando el depósito del agua, así que no sólo había que pensar en parar en cada localidad que tuviera farmacia, sino también en cada fuente que encontraran.
Los problemas con la cadena de transmisión, el bloqueo de uno de los tubos del combustible, el pelado de los cables eléctricos o los fallos del sistema de ignición, fueron solventados con ingenio por Bertha Benz, que llegó finalmente junto a sus hijos a la casa de sus padres en Pforzheim. Una vez allí, envió un telegrama a su marido para confirmarle el éxito de su empresa, y que en unos días regresarían a casa.
La vuelta tampoco fue un paseo, aunque con la experiencia previa, Bertha planificó muy bien el regreso para pasar por farmacias, fuentes y lugares donde pudiera reparar los componentes del coche en caso de que fallaran, como herrerías. Tras llegar a Mannheim, la publicidad del invento se disparó de manera considerable. Mucha gente se asustó al ver pasar aquel coche sin caballos que tiraran de él, pero gracias al boca a boca, su popularidad creció, por lo que el objetivo de Bertha estaba más que cumplido. Por supuesto, Karl Benz quedó totalmente convencido de que su invento había sido certero.
Bertha Benz se convirtió así en la primera persona en realizar un viaje en coche. Hoy en día se puede seguir la ruta que ella tomó desde Mannheim hasta Pforzheim, y el regreso a Mannheim. Conocida como Bertha Benz Memorial Route, cuenta con 194 Kilómetros, los mismos que recorrió en 1888 la señora Benz. En la ida, es posible parar en la farmacia de Wiesloch, donde hay un monumento que recuerda la hazaña. El regreso es mucho más corto, siguiendo el curso del río Rin. La ruta atraviesa la Selva Negra, pero quizás su punto más importante para cualquier entusiasta del automovilismo, es su paso por el circuito de Hockenheimring.
El éxito del viaje de Bertha Benz impulsó no sólo a su marido, también a otros inventores, como Daimler, a seguir investigando y desarrollando el automóvil. En pocos años, este invento creció de tal manera que su popularidad llevó a la realización de carreras por todo el continente europeo. Y todo gracias, en gran medida, al primer viaje de la historia, realizado por Bertha Benz.