El Trofeo Andros (Trophée Andros, en francés y oficialmente) cumple 30 años de existencia en los que el espectáculo de ver a los pilotos domar sus monturas yendo de lado sobre la nieve y el hielo ha hecho vibrar a los aficionados. El Andros es una suerte de campeonato nacional francés de carreras sobre hielo, pero su repercusión es a nivel europeo, aunque la mayoría de carreras se celebran en territorio galo.
Además de los habituales circuitos en algunas de las estaciones invernales más importantes del país vecino, el trofeo celebra una de sus citas en Andorra, en el circuito de Pas de la Casa, el trazado a mayor altitud de Europa. Este fin de semana, el principado ha sido la casa del campeonato, en el que la batalla entre coches térmicos y eléctricos ha continuado, tras la primera cita en Val Thorens.
Esta trigésima edición del certamen ha planteado una lucha sin cuartel entre dos conceptos mecánicos totalmente opuestos. Los coches eléctricos se están abriendo camino poco a poco, y no sólo en la calle, también en las carreras. Pero todavía no se había visto en una competición oficial un cara a cara con las mismas prestaciones entre coches con motores de explosión y coches con motores eléctricos. En la primera cita, en la estación francesa de Val Thorens, fue Aurélien Panis el que se llevó el gato al agua con uno de los tres vehículos eléctricos que participan junto a los térmicos.
El triunfo de las mecánicas alternativas respecto a los combustibles fósiles es el final de un camino que el Trofeo Andros comenzó en 2009, cuando abrió la puerta de la competición a los coches eléctricos. Tras nueve ediciones, este año es el primero en el que ambos sistemas de propulsión se dan la mano para competir juntos, en igualdad de condiciones, el uno contra el otro. Y de momento, hasta llegar a Andorra, los eléctricos han conseguido doblegar a los de gasolina. Esto dejó en el aire la duda de si fue algo puntual o si el dominio podía extenderse hasta doblegar por completo a las mecánicas tradicionales.
En la primera jornada en Pas de la Casa, los eléctricos se impusieron de nuevo a los térmicos, firmando la victoria Franck Lagorce, por delante de Didier Thoral y Aurélien Panis. Esto dejaba un podio con dos eléctricos y un gasolina entre ambos. Pero para el segundo día, al fin despertaron las bestias con propulsor de explosión, que plantaron cara hasta llevarse la victoria final. Jean Baptiste Dubourg, campeón del Trofeo Andros los tres últimos años, consiguió batir al resto de la parrilla para llevarse un triunfo muy importante para los coches que hasta ahora eran los claros dominadores. El Renault Captur de Dubourg lideró un podio completado por los Audi A1 Quattro de Bertrand Balas y Nathanaël Berthon. Un podio 100% de gasolina.
Con estos resultados, parece que la batalla entre los dos modelos mecánicos está servida y nos espera un gran espectáculo en las próximas citas. Ya en 2019, se celebrarán las cuatro citas restantes en Isola 2000, Serre Chevalier, Lans-en-Vercors y Super Besse, además de la carrera espectáculo en el Stade de France, en París, donde se cerrará la temporada de carreras sobre hielo en Francia. La primera temporada en la que los coches eléctricos habrán competido en la primera división del campeonato junto al resto de coches con motor de combustión.
En estos 30 años, el Trophée Andros ha ido innovando continuamente, dando la oportunidad a multitud de pilotos de demostrar sus capacidades al volante de un coche de carreras, incluyendo algunos de los más experimentados dentro y fuera de las carreras sobre hielo. Pilotos de la talla de Alain Prost o Jacques Villeneuve han probado las delicias de estas máquinas. Pero no sólo esto. La nieve y el hielo, mezclado con la noche y la luz de la luna, dan un toque muy especial a estas pruebas, en las que al final, sea sobre una mecánica u otra, la emoción se basa en lo mismo. Coches yendo de lado curva tras curva, peleando por la mejor posición posible en una lucha sin cuartel en la que los toques son el picante de esta salsa que es el Trofeo Andros. 30 años de salsa. Y lo que te rondaré, morena.