Subir al cajón es el objetivo indirecto y secundario de toda carrera de coches; puesto que, evidentemente, el principal y directo es ganar. Pero, si terminas segundo o tercero recibes el justo reconocimiento de haber sido uno de los mejores de la prueba. Por lo tanto, subir al podio siempre es importante, pero hay podios y podios. El conseguido por Miguel Molina en las 1000 Millas de Sebring es especial por varios motivos.
Para empezar, porque es el primero que consigue en la categoría máxima del Campeonato del Mundo de Resistencia. El catalán conoce de buena gana el sabor del champán, pero seguro que este tuvo un regusto muy dulce. Tras ganar en la última carrera de 2022, las 8 Horas de Baréin, en GTE Pro, probar las mieles del éxito en Hypercar debió de ser muy especial para él. Tanto como hacerlo al volante del primer Ferrari que regresa a las carreras de resistencia / sport prototipos en medio siglo de manera oficial.
La marca italiana firmó en Sebring una espléndida actuación que puso de relieve el excelente trabajo realizado durante los meses previos de preparación. La Pole Position lograda por Antonio Fuoco con el Ferrari 499P #50 tuvo su premio final al día siguiente con el podio que el italiano y el español compartieron con el danés Nicklas Nielsen, el tercer integrante del trío que pilota la primera de las dos unidades en el WEC de los de Maranello.
Es por ello que volver a ver a Ferrari en el podio es histórico, el primero en la categoría máxima del Campeonato del Mundo de Resistencia. Y, por supuesto, batiendo a sus rivales con firmeza, eficiencia y fiabilidad. La estrategia no funcionó en la primera parada, deteniéndose Fuoco en boxes durante el Coche de Seguridad inicial, cambiando una jugada que no salió como se esperaba, incurriendo en penalización y perdiendo mucho tiempo que les dejó vendidos ante los demás.
Sin embargo, el pundonor y el ritmo de carrera demostrado por Molina, Fuoco y Nielsen fue clave para decantar la balanza estratégica a su favor. Los cambios de pilotos fueron ejecutados con sumo acierto, tomando los relevos en el momento óptimo para sacar todo el jugo al tiempo restante de carrera. Poco se podía hacer contra una Toyota que, con el liderato de la carrera en sus manos, no dio ni el más mínimo atisbo de debilidad. Así que todo pasaba por batir a Porsche, Cadillac, Peugeot, Glickenhaus y Vanwall.
Dejando por un momento los esfuerzos de estos dos últimos, que no pueden compararse sin caer en la injusticia por tratarse de fabricantes con menores recursos, cabe destacar el nefasto papel de Peugeot, que no estuvo ni cerca de la batalla. Los galos tuvieron problemas durante todo el fin de semana, rodando a un ritmo muy lento toda la carrera y siendo superados por el Vanwall, a pesar de los problemas que también sufrieron Jacques Villeneuve, Esteban Guerrieri y Tom Dillmann. Mucho trabajo queda por delante para afinar ese revolucionario 9X8. Quizás es un adelantado a su tiempo y necesita de eso mismo para que el concepto sin alerón, en el que toda la carga aerodinámica se genera en el fondo plano, funcione.
Cadillac y Porsche sí estuvieron y pusieron contra las cuerdas a Ferrari. Por un momento, parecía que los alemanes eran la alternativa a los italianos, pero ahí estuvo el único prototipo de los estadounidenses para demostrar que, paso a paso, están haciéndose un hueco en el WEC. Si todo sigue su curso, será una fuerza a tener muy en cuenta, visto lo logrado en el IMSA, donde sí ganaron las 12 Horas de Sebring.
Finalmente, Ferrari acertó con el ritmo estratégico y, a pesar de las condiciones iniciales y del accidente del #51 que los dejó bastante tocados, Miguel Molina, Antonio Fuoco y Nicklas Nielsen se hicieron con un podio histórico para Ferrari. Histórico por todos los motivos expuestos y los que podamos imaginar. Pero, sobretodo, histórico porque es el que ha abierto las puertas de la nueva época dorada de la resistencia, de la explosión de la competición en el espectacular WEC. ¡Enhorabuena, Miguel!
Foto de portada: Media