Rojo, pasión, tradición, deportividad, velocidad, ingenio,… Todos estos adjetivos son aplicables a lo que hoy en día es Ferrari. La marca italiana cumple 90 años, y lo celebra con motivo del Gran Premio de Italia, su carrera de casa. Monza es el escenario idóneo para conmemorar el nacimiento de una de las mayores leyendas del automovilismo. El fabricante de coches deportivos más reconocido a nivel mundial. El equipo por excelencia de la Fórmula 1.

Pero Ferrari es más, mucho más. Desde sus inicios en 1929, o incluso antes, en aquellos años en que Enzo Ferrari se buscó la vida como mecánico y piloto de carreras. Porque si el rojo viene de la herencia de pintar los coches italianos de ese color, la pasión viene de aquel hombre menudo que consiguió convencer a los directivos de Alfa Romeo para pilotar sus coches. Y más tarde, para gestionar su división deportiva.

Ferrari bebe de la tradición automovilística de Alfa Romeo. Si “Il Commendatore” es el padre de la criatura, el fabricante milanés es la madre. Aquellos difíciles años ’30 del siglo pasado estuvieron dominados por los coches alemanes. Pero si no hubiera sido por la velocidad y el ingenio que desarrollaron los hombres con el emblema del caballo encabritado, el dominio hubiera sido aún mayor. Sólo ellos fueron capaces de frenar a la maquinaria teutona. Y tras la guerra, en un alarde de deportividad, fueron los primeros en volver a las carreras.

Tazio Nuvolari, pilotando el Alfa Romeo Tipo B de Scuderia Ferrari en el Gran Premio de Pau de 1935, camino de la victoria

Pero regresaron de una manera muy diferente a como se habían ido. Antes de aquel gran conflicto bélico que destrozó Europa, Alfa Romeo y Scuderia Ferrari eran casi lo mismo, en cuanto a las carreras se refiere. En Milán pusieron toda la carne en el asador en favor de aquella estructura deportiva que había comenzado como un cliente más. Casi todo lo que lograron, lo hicieron juntos. Pero los tiempos habían cambiado. Ferrari quiso crecer, y sin despreciar a Alfa Romeo, se establecieron como fabricantes de coches.

Primero se formó la empresa Auto Avio Costruzioni, que fabricó el primer coche “Ferrari”, el Auto Avio 815. Por cuestiones legales con Alfa, no pudo llevar el nombre de su creador, por un plazo de cuatro años desde la salida del gran visionario del fabricante de Milán. Así que el 125 S, el primer deportivo 100% Ferrari, nació en 1947. De esta manera, cuando volvieron a la competición, Alfa Romeo iba por un lado y Ferrari por el otro.

Lorenzo Bandini, uno de los pilotos de Ferrari más añorados, pilotando el 312 en 1966

La normativa de Fórmula 1, aplicada al Campeonato del Mundo de pilotos, favoreció ese retorno. Y tras dos años de dominio alfista, Ferrari se quedó, con el permiso de Maserati, como el estandarte italiano en las carreras. Comenzó una era en la que el rojo impregnaría las pistas de carreras de medio mundo. De los monoplazas, pasaron a los Sport Prototipos, e incluso hubo algún conato de conquistar los óvalos americanos. También en carreras de montaña tuvieron su protagonismo, y el “Cavallino Rampante” conseguía la gloría allá donde iba.

Pero también se forjaron rivalidades eternas. Los piques, dentro y fuera de la pista, dieron lugar a salvajes duelos con otros fabricantes. Duelos que todavía no se han resuelto a día de hoy. Bien fuera por el carácter del gran jefe, o por la envidia que pudieran despertar los éxitos de los de Maranello, la gran rivalidad con Ford no fue fruto de la casualidad. Y nos regaló momentos sublimes durante varios años. Tampoco, la rivalidad con Lamborghini. Enzo Ferrari consiguió, seguro que sin quererlo, que un constructor de tractores se lanzara, con muy buen acierto, a la fabricación de coches deportivos.

Chris Amon manejando el Ferrari 312P durante los 1000 Km de Nürburgring de 1969

Enzo Ferrari defendió durante años los intereses de la gran obra de su vida. La marca de Maranello se lo debe todo a él. Cuando falleció, en 1988, tenía 90 años, los mismos que ahora cumple la Scuderia Ferrari. El italiano sobrevivió a las atrocidades de la Primera Guerra Mundial, defendió su legado en las carreras de la época de entreguerras, hizo de Ferrari lo que es hoy. Pero también sufrió. La muerte de su hijo Dino, fue un varapalo del que nunca se pudo recomponer. Como homenaje, todos los Ferrari con transmisión trasera y motores de menos de doce cilindros, fueron nombrados “Dino”.

Tras años al pie del cañón, el hombre que llevaba el peso de la marca, decidió ir dejando paso a otros que pudieran hacer sus labores. Los años pesan para todos, y para Enzo Ferrari no fue una excepción. Luca Cordero di Montezemolo tomó las riendas, tras años dirigiendo la Scuderia. Y bajo su batuta, Ferrari volvió a dominar el panorama automovilístico. El camino fue largo y tedioso, pero tras varios años en blanco, la llegada del siglo XXI le sentó de fábula a la marca italiana. Seis campeonatos del mundo de constructores de Fórmula 1 consecutivos, y el dominio absoluto de la categoría, les llevaron a ser el equipo más laureado de todos los tiempos.

Michael Schumacher, el piloto que marcó una época en la Fórmula 1 junto a Ferrari, pilotando el F2004 en el Gran Premio de Estados Unidos de 2004

Los nuevos tiempos están marcando un nuevo futuro para la industria, y Ferrari no es ajena a esos cambios. La salida a bolsa o el desarrollo de sistemas híbridos en motores cada vez más pequeños están en las antípodas de la concepción original de una empresa que se adapta a los cambios para seguir dando alegrías a los miles de tifosi que pueblan el mundo. Esos que con sus ánimos, hacen que el caballo siga encabritado. Por otros 90 años de carreras y pasión por el automovilismo. Forza Ferrari!